Las 5 lecciones más importantes que me ha dado la vida a mis 27

Hoy me he levantado un poco Freud y me he propuesto psicoanalizarme. Nunca es mal momento para hacer balance. He recopilado los principales cinco principios que soporta mi escasa experiencia vital. A lo mejor a alguien le interesa. Ahí van cinco auto-consejos en clave de coach que trato de no soslayar en mi día a día.

  1.  Sólo tú eres responsable de tus sentimientos

Le puedes dar las vueltas que quieras, pero esto es así, juégalo en tu ventaja. Conviértete en un riguroso gestor de tus emociones. En otras palabras, contrólate, ten calma, no seas reactivo. No eches la culpa a tus amigos cuando te
decepcionen (porque lo harán), date cuenta de que es una fantasía suponer que todo el mundo tiene que tratarte bien siempre. Encájalo con comprensión y empatía. En lugar de rabietas infantiles,
valora todo lo bueno que te den como un “extra”, no lo des por sentado. Esto también vale para cuando se echan novi@ o quedan contigo menos de lo que te gustaría. Agradece y exprime el tiempo que te conceden, quédate con lo que te aportan y luego déjales marchar sin rencor. Y no intentes cambiarles, no lo conseguirás…

    2.  Duda constantemente de todo, hasta de dudar

A veces es liberador aceptar que honestamente uno no tiene ni puta idea de lo que va la cosa. Ser voluble te hará sentir ingrávido. Mantente en un “relativismo relativo”, ten principios pero asegúrate de revisar su vigencia periódicamente. Si necesitas algún asidero espiritual para dar sentido a tu vida, sé preferiblemente agnóstico o politeísta, mejor eso que creer que hay sólo un dios verdadero y que es precisamente el tuyo. La duda te hará fluir con el mundo caótico en que vives. La inmensa mayoría de las cosas que te salen mal dependen de tantos factores que es absurdo sentirse culpable. Así que huye de las simples relaciones causa-efecto. Si tienes malos rollos en el trabajo no quiere decir que seas un inepto, si tu novia te ha dejado no es porque seas un desastre de tío… Defiéndete de tus propias certezas y verás que las demás no suponen una verdadera amenaza.

   3.  Cuidado con las tendencias que imponen los medios

 Toda la maquinaria del capitalismo funciona para que te sientas triste: el anuncio sobre la caída del cabello, las pop-ups de esta web, Jorge Javier Vázquez hablando de la nueva novia de Paquirrín… No entres en su juego. ¡Sorpresa! No necesitas un coche más caro, unas tetas más grandes, tener sexo todos los días, un puto i-phone 4, un novio más guapo… Lo más parecido al nirvana debe ser llegar a la conclusión de que la moda que te ofrecen te es tan ajena como la del alargamiento de cuello que se da en algunas tribus de Birmania.

   4.  Ríete de todo porque nada importa nada

 El sentido del humor será tu mejor aliado para distanciarte de las agresiones del medio. Ríete sin miedo, lo de menos es de qué, eso sí, empieza por ti mismo. No te tomes en serio, repasa las miserias de tu mente y de tu cuerpo y date cuenta de lo gracioso que resultas. Tus defectos te hacen único y son tan cómicos que cuando hayas acabado te sentirás más ligero. Si intentan hacerte daño estarás preparado para responder con una sonora carcajada.

   5.  Pelea por tu sueño

 No es obligatorio tener un sueño, pero si de verdad sientes que tienes un sueño pelea hasta el final. No dejes que nada ni nadie te desilusione. Crea tu propio ecosistema y mantente semipermeable al mundo exterior. Escúchales, pero desconfía tanto de los aplausos como de las críticas. Compite sin piedad pero sólo contra ti mismo y mantente alerta, pues siempre está el peligro de convertirse en un coñazo. Puedes evitarlo si recuerdas que no eres especial ni cagas oro. Trabaja todo lo que puedas (ten en cuenta que siempre será menos de lo que debas). Céntrate en lo que tienes delante, no seas la lechera del cuento. Sobre todo disfruta del camino, pásalo bien, deja que te enriquezca lo que haces, acepta que tienes muy pocas probabilidades de sacar algo más que eso de tu proyecto, así que más te vale disfrutar.

Y eso es todo. Al final me quedó un poco rollo libro de auto-ayuda. Ahora sólo me falta llevarlo a efecto. ¡Hasta otra!

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